Mi debilidad por la filosofía proviene de su capacidad de confundirme. Todo en ella es tan inútil que me resulta imposible no apasionarme por algo que en realidad no existe y no interesa a nadie. Sin embargo es preferible intrigarme con los conceptos Zubirianos, que con las preocupaciones enfermizas de más de algún mortal.
No llegar a nada y sin embargo llegar mejor que cualquiera, he ahí la virtud del filósofo y quizá también, la del poeta.
2 comentarios:
"No llegar a nada, pero llegar mejor que nadie"
La simple y seca realidad de nuestras palabras petiforro. Nada que hacerle.
Abrazo.
así es Cronco...
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