miércoles, 12 de agosto de 2009

imaginarios

No hay gordo que valga su peso en oro. No hay anoréxica capaz de languidecer más que un cabello. No hay Goliat que presuma de un cerebro en forma. No hay implantes capaces de levantar la inseguridad, ni liposucción que acabe con la grasa espiritual. No hay bronceado que perfeccione la palidez de una vida. No hay accesorios que le devuelvan la existencia a un simio, ni mall que le regrese el aliento a una mona. No hay anécdota más espuria que la de un viaje al continente de la inercia. No hay exposición que te saque de la medianía cultural o te empuje al jet set, estar inn es estar coloridamente abandonado. No hay platillo gourmet que endulce tu amargo paladar, ni manteles largos para sueños deshilados. No hay libro que sume conocimiento al analfabetismo funcional.

De una u otra forma, la desaparición es un concurso de disfraces, una orgía de simulación, el festín de la tribu que se aplaude a sí misma frente a un espejo resquebrajado.

1 comentario:

Adrián Naranjo dijo...

Este tiene espinas por todos lados, ni por donde entrarle.
Bravo!