lunes, 9 de noviembre de 2009

vuelo 630

I

No tengo fuerza para levantar mi lengua de su tumba de prejuicios. Mis papilas son como soldados caídos sobre la tierra quemada. Alzo la mirada para situar hasta dónde llegan mis ganas de quedarme quieto ¿Retenerme es un ejercicio de posesión? ¿cuál es el valor que resguarda la cicatriz de mi silencio? ¿cuál es el miedo? Más adentro, allende el núcleo que funde el espíritu, invisible gira un átomo de renuncia; el impulso bestial que da paso al choque de mis hadrones en el tubo de mi existencia ¿soy o no soy de este mundo atascado de muertos ilesos, de falsos muertos en vida? En la inmovilidad concurren todas las profecías, no como destino, sino como parada, no como castigo, sino como alivio, no como final, sino como punto de partida de y hacia lo otro.

II

La decepción no acaba con la magia, nos hace cruzar de lo blanco al negro en un salto no exento de temor y temblor ¿qué nuevo dios hace sonar los tambores de guerra? Una ceniza, una nebulosa mirando hacia ningún lado.

III

La caligrafía, la topografía, la cartografía, la orografía del azar. Un catastro de consecuencias. Una sección amarilla de vaivenes.

IV

¡Me da tanta pena ver al mundo girar sobre un pulgar!

No hay comentarios: