sábado, 22 de mayo de 2010

18


La pieza que le dio nombre al disco es así: una escalera que se va desgranando, que se abre e inutiliza, que te deja mirando hacia arriba, mientras a pocos centímetros de ti la tierra se abre. No pudiste ascender un solo escalón. 
Tal vez en eso consiste la esperanza, en ser una suerte de termómetro que te lleva a los extremos sin moverte de tu lugar. O quizá sea desesperanza. La realidad es que te quedaste quieto mientras el futuro se marchaba y el pasado te carcomía. En el año 2003, ese disco y esa pieza enarbolaron mi fuga. 
Luego vino Nueva York. Otra vez Nueva York: esa ciudad que me dio todos los "sí" o que quizá se los quedó.

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