miércoles, 5 de mayo de 2010

El espejo



Lo sepas o no, el espejo es la cuna de toda distorsión. Algunos se pasan horas frente a él, sin sopesar la forma en que desaparecen ahí adentro y se vuelven el fantasma que lo habita. La mayoría se asoma por costumbre intentando simplemente borrar ciertos rasgos: los que la noche imprime en el rostro como si fuese un sello dictaminador.
Pero el espejo no se inmuta. Antes bien extiende su dedo y apunta sobre ti. Se dice a sí mismo "he ahí otro cadáver en potencia".
Yo podría morir de miedo frente a mi espejo. El miedo podría morir en mí, si tan sólo cambiara de ojos o bien, si mirara de reojo; si parpadeara más seguido y quizá también, si simplemente le guiñara y siguiera adelante.
Así como lo hace la vida, que te mira fijo dos segundos y luego se va.

3 comentarios:

Clandestina dijo...

Lo sepas o no, una gran mayoría elige no mirarse en el espejo. ¿Precaución, conjuro, cobardía? Quién sabe...

También aprendí q a los cementerios llegan muchas personas q todavía no quieren morir.

Anónimo dijo...

Fui a un pueblito donde vendían espejos, todos tan bonitos que no sabía cuál escoger.
Es que, ... no todos los espejos son iguales.

Aquí su pendejo dijo...

Somos un fragmento despegado del espejo. Imagen difusa que deambula llevando a cuestas el precio de apare-ser.