jueves, 23 de septiembre de 2010

La importancia de las uñas

La uña no conoce de justicia. Va y te rasca y se queda quieta y ósea. Encarna un silencio por encima del dedo que, no reconoce en ella su cómplice encarnado, la calidad protectora que vuelve al dedo un acorazado delgado, pero tenaz. 
Ella crece y rebasa la cabeza calva del índice. Apunta y la mano toda, avanza. Las falanges son comandos perfectos que toman por asalto la taza llena de café. Empuñan el misil del tabaco rubio; en un momento dado, disparan la señal necesaria para que, la fumarola fije la coordenada exacta para realizar la emboscada.
Las uñas son una transparencia disciplinada. El terror de las naranjas, de las ronchas y de toda ranura aparentemente inaccesible. 
No sé por qué a estas alturas las sigues cortando como si fuesen terribles invasores; habitantes extraños o pelos petrificados. Lo que sé, es que un día no muy lejano, habrás de rascarte con tus propias uñas y para entonces, las mías se habrán vuelto: pájaros sobrevolando otra comezón.

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