miércoles, 6 de octubre de 2010

Tránsito.

Ayer tu cuerpo, mañana también. La noche, un tejido tan suave como tus manos, aleja el frío. Lo que nos damos, trasciende el intercambio de lunas, soles, aves y terrazas. Es una feliz indefinición, de esas que se cuelgan de la risa, que sucumben en la lucha cuerpo a cuerpo y que, por puro placer, desplazan montañas y se tienden en la nada para mirar las cosas ser. 
Y mira, no estoy aquí para sacar una bandera. Para decir que nosotros sí o que el mundo no. No sé.  Simplemente vine a derramarte en este mar donde tanto me gusta zambullirme. Debes saber que en estas aguas, un rastro de sal me conduce a tu profundidad. Que parte del día no hago otra cosa que una expedición encubierta a tu recuerdo. Una forma de transitar el tiempo desde los sentidos a tu ausencia y de esta a tu presencia.
Entonces, vuelvo a zambullirme, pues ¿Quién soy yo para interponerme entre tú y yo?

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