sábado, 4 de diciembre de 2010

Poema frío.

El frío está varado en esta playa de piedras. 
Cuatro muros y ocho rincones componen un témpano donde los pies descansan. 
Quietos los pies conforman un agujero por donde el cuerpo se sumerge hasta un abismo de silencio mineral. 
Es el frío que revela un cuarto oscuro y obcecado. 
Debo emplearme a fondo para dislocar la transparencia del instante. 
Enciendo en el cigarro una broma, una chimenea de alquitrán que muere y mata. Inundo la taza de café, fue el regalo de Stone en otro enero de abrazos apretados. 
De la taza mana una somera esperanza de calor y sabor; lo amargo de los años se asienta, la lengua es el ataúd perfecto para sorber el sábado. 
Me llaman y lo ignoro. 
La voz de otro frío que viene del silencio.
El silencio invertido en calentar las palabras.
Girasol, espiral, formas que avellanan y nutren el paladar de mi lóbulo frontal.
Ahora paso a imaginar que el frío viene de dentro.
No voy a desnudarme.
No voy a darme otro calor artificial.
No voy a convertirme en una bombilla de grasa, huesos y tendones.
Me quedaré sentado con los pies fríos sobre la tierra.
Sobre esta tierra.
Mi tierra de pronombres ausentes. 

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